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Un año ha pasado desde el 19 de octubre de 2007, día en que los
Antidisturbios de la Guardia Urbana desalojaron las cuatro familias
“resistentes” de la primera fase del barrio de Bon Pastor.
Después de los días del realojo en el hotel, de las semanas de miedo,
de ver poco a poco cerrarse las heridas de la carga policial, ha
empezado un año silencioso, triste pero lleno de rabia y de proyectos.
Hoy los vecinos de la primera fase, la mayoría de los cuales están realojados en los pisos
de la calle Sèquia Madriguera, casi no pasan cerca del solar donde
estaban sus antiguas casas, para no ver los camiones llevándose
escombros y las máquinas removiendo la tierra. La empresa “San José”
está construyendo los pisos de la segunda fase, dónde irán los
realojados que dejen las próximas 200 casas baratas. El resto del
barrio vive a espaldas de los nuevos bloques, apoyado sobre el río,
haciendo la vida de siempre entre las casitas; quizás hay un poco menos
gente por las calles, por el ruido, el polvo y la sombra de los nuevos
bloques que se levantan mes tras mes.
Una de las vecinas resistentes, la más mayor, aún no ha vuelto a tener
una casa en Bon Pastor: ni de propiedad, ni de alquiler, ni nada. Paca,
de 76 años, desde que la desalojaron vive en casa de su hija, cerca de
Girona, donde tiene que pedir que le acompañen hasta para ir a comprar,
ya que es una de esas urbanizaciones en qué sin coche no eres nadie.
Ella, que vivió toda la vida en las casas baratas, baja al barrio para
estar con sus antiguos vecinos y con sus hermanas, pero durante todo
este año su abarrio ha sido un lugar de visita: porque el Patronato no
le quiso ofrecer más que un piso minúsculo, mucho más pequeño que su
antigua casa. Ella decidió no aceptarlo, ir hasta el fondo, porque
confiaba que el juez sentenciaría una compensación más justa: no se
imaginaba que la “justicia” iba a dejarla un año sin casa.
Mientras, la crisis económica avanza, las empresas de la construcción
cierran una detrás de la otra, los bancos piden ayuda al estado, la
economía de las hipotecas ha fracasado en la sede misma del modelo
económico que representan. En todo el mundo se ve ya claro que la
solución ya no es derribar y construir, sino valorizar lo que tenemos,
rehabilitar, el petróleo se acaba y pronto vamos a estar todos en
miseria, si no paramos de “crecer”. Pero aquí en Bon Pastor, el
Ayuntamiento y la Asociación de Vecinos siguen repitiendo sus frases
hechas sobre la modernización y el progreso del barrio. Eso sí: con
menos brillo, menos convicción, menos triunfalismo. Porque este año ha
pasado para ellos también.
Nosotr@s ya tuvimos nuestra pequeña crisis: un desalojo ilegal, una
carga policial, un realojo, un año en qué tuvimos que reconstruir
nuestras vidas en unos pisos que no queríamos; y a pesar de todo,
seguimos viviendo y luchando.
A partir de ahora, la crisis la tendran ellos: el Ayuntamiento y sus
lacayos, las constructoras, los bancos. Los pobres, sabemos
reconstruirnos de la nada. Pero ellos, acostumbrados a tenerlo todo,
¿sobrevivirán cuando se le caiga encima todo el peso de su codicia?
NUNCA OLVIDAREMOS Y NUNCA PERDONAREMOS
BON PASTOR RESISTEIX!